- Manel -

El 25 de gener

El 25 de enero

Pasado el día del nacimiento, los tres reyes magos regresan a sus respectivas casas. Pese a haberse encontrado con algo tan grande como el Nacimiento, la actitud con la que regresan es distinta para cada uno. Melchor está cansado, afronta el camino con pesadumbre; le queda un largo y duro camino, y recuerda con algo de soberbia cuando no era él quien se tenía que arrodillar ante nadie. Baltasar y sus soldados hacen recuento de recursos para la vuelta, y sueñan con encontrar pronto el reposo, con volver a la rutina y vivirla intensamente. Gaspar y los suyos están también cansados, haciendo una pausa antes de seguir, y añoran aquellos días en los que su rumbo lo marcaba una estrella. Es bello vivir siguiendo una estrella, pero el auténtico reto es retomar el camino después del encuentro. La música es casi trobadoresca, preciosa.

Segons els pastors

de l'últim poble

darrera els horts

veurien uns pins.

Passats aquells pins,

el camp d'oliveres,

i al fons tres camins.

Han pres el trencall 

i s'ha obert la clariana,

i han ordenat

als homes descans.

Al camp d'oliveres

tres reis s'acomiaden

i encaixen les mans,

i encaixen les mans.

Pom, pom, pom, pom,

i encaixen les mans.

 

Melcior aixeca el cap

i veu la muntanya

que abans que enfosqueixi

ha d'estar travessant,

i es treu la suor

amb el coll de la capa

tacada de fang.

I no vol ni pensar

que les forces s'acaben,

i ni us imagineu

com s'emprenya quan

en beure en el riu

només troba la cara

d'un home gran.

El rei dóna l'ordre

pel toc de corneta

pensant en aquells 

que, no fa pas tant,

li besaven l'escut

i entregaven les armes

agenollats.

Pom, pom, pom, pom,

agenollats.

 

Des de dalt del camell

fot un crit el rei negre,

que faci el favor

algun bon soldat

d'aixecar el cul de terra

i fer un ràpid recompte

de racions de pa.

Qui pogués creuar el bosc

i trobés una barca!

Qui abans d'adormir-se

amb el braç estirat

notés com els dits

mica en mica retallen

l'aigua del mar!

Qui arribés a palau

i triés una dona,

arrenqués unes roses

i li allargués un ram!

Baltasar té el desig

corrent per les venes

com si fos sang.

Pom, pom, pom, pom,

com si fos sang.

 

Gaspar pot sentir

clavats a l'espatlla

els ulls d'alguns patges

que estan esperant

un cop d'atenció,

potser una mà alçada,

una ordre reial.

Un dels homes canta

enmig d'una rotllana

amb la veu més dolça

que hagueu sentit mai

una cançó antiga

que el rei taraleja

amb els llavis tancats.

El patge més vell

es gira i comenta

mirant un segon

de reüll cap al cel:

sembla mentida

què bé que vivíem

seguint un estel!

 

Según los pastores

del último pueblo

detrás de los huertos

verían unos pinos.

Pasados esos pinos,

el campo de oliveras,

y al fondo tres caminos.

Han tomado el desvío

y se ha abierto el claro,

y han ordenado

a los hombres descanso.

En el campo de oliveres

tres reyes se despiden

y chocan la mano,

y chocan la mano.

Pom, pom, pom, pom,

y chocan la mano.

 

Melchor levanta la vista

y ve la montaña

que antes de que anochezca

ha de estar atravesando,

y se quita el sudor

con el cuello de la capa

manchada de barro.

Y no quiere ni pensar

que las fuerzas se acaban,

y ni os imagináis

cómo se enfada cuando

al beber en el río

sólo encuentra la cara

de un hombre mayor.

El rey da la orden

con el toque de corneta

pensando en aquellos

que, hasta hace poco,

le besaban el escudo

y entregaban las armas

arrodillados.

Pom, pom, pom, pom,

arrodillados.


Desde encima del camello

pega un grito el rey negro,

que haga el favor

algún buen soldado

de levantar el culo

y hacer un rápido recuento

de raciones de pan.

 ¡Quién pudiese cruzar el bosque

y encontrase una barca!

¡Quién antes de dormirse

con el brazo estirado

notara cómo los dedos

poco a poco recortan

el agua del mar!

¡Quién llegase a palacio

y eligiese una mujer,

arrancara unas rosas

y le alargara un ramo!

Baltasar tiene el deseo

corriendo por las venas

como si fuera sangre.

Pom, pom, pom, pom,

como si fuera sangre.

 

Gaspar puede sentir

clavados en la espalda

los ojos de algunos pajes

que están esperando

un toque de atención,

quizás una mano levantada,

una orden real.

Uno de los hombres canta

en medio de un corro

con la voz más dulce

que hayáis oído jamás

una canción antigua

que el rey tararea

con los labios cerrados.

El paje más viejo

se gira y comenta

mirando un segundo

de reojo hacia el cielo:

¡parece mentira

lo bien que vivíamos

siguiendo una estrella!

 

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(Els Amics de les Arts)